14, el número de la suerte
La suerte siempre me ha sonreído, comenzando por aquella noche lluviosa atado a la verja de una celda. Si entonces me hubieran mostrado todo lo que el destino tenía reservado para mí, no les habría creído.
Aventuras, lugares nuevos, amigos en el camino y algún que otro contratiempo. También me he metido en algún marrón. Bueno, en varios marrones. De hecho, no he dejado de hacerlo nunca. Esa ha sido sin duda mi firma.
He viajado a varios sitios distintos, incluso algunos han sido hogar. Pero, sobre todo, he recorrido kilómetros. Muchos kilómetros. En coche, barco, tren... y corriendo. Correr era mi vida y aún lo es. He sido un atleta incansable, libre por la montaña, en la playa persiguiendo gaviotas, tras los gatos por el barrio o junto a la bici. Siempre corriendo. Sin prisa, pero corriendo.
Pero te contaré un secreto. En los últimos años mis patas no responden como antes y últimamente hasta él se ha dado cuenta, aunque ha intentado disimularlo. Primero las carreras se fueron acortando y espaciando en el tiempo progresivamente hasta acabar yendo encima de la bici, en vez de junto a ella.
Y por si fuera poco, en los últimos tres meses mi único trabajo ha sido seguir respirando. Dicen que la muerte me pisaba los talones. Corrí. Le saqué ventaja. Por ahora.
Finalmente mi jubilación ha llegado, simbolizada por un pañuelo verde al cuello que sustituye a mi, hasta ahora inseparable, collar de trabajo.
Han sido muchos años, 14, y ahora echando la vista atrás todo parece una película. Cierro los ojos y cojo palomitas.
La pantalla oscurece. Estoy atado a la verja. Es de noche. Llueve.
La pantalla oscurece. Corro en la playa.
La pantalla oscurece. En la aduana hay perros policía. Les reto con mis ladridos. Soy invencible.
La pantalla oscurece. Un nuevo hogar, otro.
La pantalla oscurece. Duermo la siesta al sol. La brisa salada me relaja.
La pantalla oscurece. Estamos perdidos en la montaña. Tengo mucha sed y no hay agua.
La pantalla oscurece. Viajo en la cabina de un camión.
La pantalla oscurece. Me duele todo. Esto parece el fín.
La pantalla oscurece. Corro libre en el monte.
La pantalla oscurece. Salto a ese cesped desde un metro de altura. Mierda, no es cesped, son algas. Ahora lucho por flotar en un canal. Odio el agua fría.
La pantalla oscurece. Estoy en la cubierta de un barco mirando al mar. Siento el sol y la brisa.
La pantalla oscurece. Nado en el lago.
La pantalla oscurece. Tengo al diablo dentro.
La pantalla oscurece. Corro atado a la bici. Concéntrate, eres un perro de trabajo. Gato! Hostia terrible.
La pantalla oscurece. Un nuevo hogar, otro más.
La pantalla oscurece. Saldré de esta. La pantalla permanece oscura un tiempo.
Me jubilo, pero me voy a ver mundo. Y la luna. A ver amaneceres, correr en playas nuevas, y dormir largas siestas al sol, hasta que se me acaben las monedas para echar a esta tragaperras.
Por cierto, me llamo Jack y este es mi viaje.